Las miro a diario y me digo: "¿Llegarás? sólo son dos o tres kilos."
En realidad pienso: "Póntelas, te quedan bien, con esa manía de llevarlo todo holgadito."
Casi nunca he llevado ropa ajustada ni cuando estaba delgada, ni ahora; me genera angustia.

En la marcha Madrid - Segovia en la que participo el próximo 20 de septiembre nos dan una camiseta. Yo había pedido una XL; era la más grande. Ahora nos dicen por correo electrónico que las de mujer dan poca talla y que, teniendo ésto en cuenta, volvamos a pedir. Yo ignoré el mensaje y ayer volvieron a recordárnoslo y nos indicaron que ya no quedaban XL. Pues pedí una L, aun sabiendo que era como una M. Al poco recibo un mensaje diciéndome que mejor pida una de chico que hay muchas, pues, si pedí una XL, sería porque soy alta y grande. ¿Alta y grande? ¡Qué graciosa! Rápidamente respondí:
"No, no, no soy alta, es que estoy gordita."
He preferido quedarme con la L de mujer, será la tercera camiseta colgada en la pared, espero que sea bonita y que adorne, pero por poco tiempo, porque tienen que empezar a adornarme a mí.
Por cierto, he conseguido quitarle el loctite a la báscula. Esta mañana pesaba 76 kg. A lo mejor puedo reconciliarme con ella. A ver si mañana aparece el 5.